Es importante que a un niño se le trate como ser único. Es necesario darle reconocimiento. Es
labor de padres y profesores. Se logra más
con el apoyo que con el castigo. Es paradójico. Cuando hay apoyo
suficiente surge el poner límites.
¿Qué niño rechazaría proponer su dibujo a la admiración de
sus familiares y si es posible a todas las personas que le rodean? Espera
reconocimiento.
¿Se ha educado a los
niños en esta actitud?
¿Se ha educado a los niños en esta dependencia?
¿Preguntar a un niño qué es lo que dibuja? ¿Es esto
correcto?
Decir “haz un dibujo”, parece decir subliminalmente, haz un
dibujo y tienes que esforzarte para merecer mi aprobación.
¿Los señores adultos
entienden de Plástica? NO.
El niño aprenderá a dibujar como el adulto quiere. Yo diría
que se trata de un compartimiento normalizado y forma parte de una cierta
concepción de la educación.
¿A quién queremos gustar?
¿A la familia?
¿A la madre?
¿Al padre?
¿Al profesor?
¿Al maestro?
¿A un amigo?
¿A un seductor?
¿A un manipulador?
¿A un jugador destructivo?
¿A la sociedad?
¿A los críticos?
¿A los compradores?
¿A los galeristas?
No debemos esperar reconocimiento en el acto creativo. El
reconocimiento viene después.
El acto creativo se alimenta de necesidad y emergencia
interpretativa.
La belleza está
siempre presente para quien sepa
descubrirla.
Quiero hablaros de los grandes creadores. La CREACION no
espera reconocimiento, surge como vida que es. ES VIDA NUEVA.
No hay lugar para
vulgaridad.
El reconocimiento
está en el talento del espectador, pero viene después.
Los ejercicios conscientes e inconscientes de Plástica, nos
ayudan a ser creadores, espectadores y mejores personas.
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